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domingo, 24 de febrero de 2013

La música que no se escuchó.

Hace un par de días vi el galardonado y nominado al Oscar documental musical Searching for Sugar Man, y he de decir que me pareció una maravilla. No sólo por como está de bien contado, que lo está y mucho, manteniendo en el espectador un interés y una devoción muy grandes por todo lo que se cuenta, sino por la historia de su 'protagonista', el músico Sixto Rodríguez cuya historia es conmovedora e inspiradora como poco.




Para quien no haya tenido la oportunidad de verlo, resumo brevemente la historia de este músico. Criado en las duras calles de Detroit, tocaba con su guitarra en bares de la periferia y de los barrios mas crudos de la ciudad. Una pareja de productores musicales le vio actuar una noche y le ofrecieron un contrato musical que Rodríguez aceptó. De este modo lanzaría dos discos, algo espaciados en el tiempo, pero bastante consecutivos que, en EEUU tuvieron un éxito prácticamente nulo. Hasta aquí podría pasar como una historia de un artista frustrado más. Pero sorprendentemente y en palabras de sus productores y gente que trabajó con el, no ya el álbum solo, sino el propio Rodriguez poseia un talento de otro mundo, una capacidad para crear composiciones deslumbrantes, que, de hecho, creo y en buen numero en sus dos albumes. Estos productores dijeron de el que era "mejor que Bob Dylan" y que "nunca habían trabajado con alguien así".

Después de tan sonada presentación, y al haber escuchado en el propio documental canciones de el, procedí a escucharle en Grooveshark que gracias a dios tiene un porrón de discos de gente desconocida, y ciertamente, no sé si con Bob Dylan, pero se le puede comparar con gran cantidad de músicos. Tiene unas letras, unas melodías y una voz preciosas y como pocas veces se han podido ver. Fue toda una sorpresa, una gran sorpresa.

Y su descubrimiento me hizo pensar lo que son las cosas en el mundo de la música. Vivimos saturados de nuevos grupos que aparecen y desaparecen en cuestión de meses, gente carente de talento alguno siendo catapultados a la fama por su aspecto físico y melodías pegadizas que difícilmente consiguen cantar sin desafinar, incluso usando autotune.
Letras estúpidas, rimas ridículas y melodías repetitivas y machaconas. Ya no hay talento, solo hay modelos que gritan mucho delante del micrófono, berreando las letras para regocijo de la marabunta que les ha ido a ver. Y eso si gritan, que los hay que, conscientes de su falta de voz, susurran las letras con condescendencia, con tranquilidad, y provocándome, al menos a mi un aburrimiento y sopor imperdonables. Por suerte para mi, tanto gritones como desafinadores como susurradores no suelen durar mucho en la mente y en los despachos y la gente se olvida en cuanto pasa un tiempo respecto de su ultimo álbum, obviamente incapaces de lanzar algo mas que al menos pueda mantener el interés de la gente por su música. Música de usar y tirar.

¿Alguien se acuerda de aquel grupo que se escuchaba tanto hace unos años, O-zone? El de Dragostea Din Tei. Pues nadie recuerda ahora su sonado éxito, menos aún su pegadiza música. O sin ir tan atrás en el tiempo. El archiconocido Gangnam Style, que yo, por supuesto, he bailado y disfrutado, para qué mentir, es obra de PSY, un rapero que no sé lo conocido que sería en Corea, pero en el resto del mundo ni se le había escuchado. Bien, ha conseguido un éxito tremendo con su Gangnam Style, y como no consiga otro similar en los próximo meses, me temo que dentro de 5 años irá al mismo cubo donde están O-zone.

Luego están los que no consiguen tanto éxito, los grupos minoritarios o indie que tan de moda están ahora. El mundo indie es un lugar curioso. Muchos de mis grupos favoritos podrían considerarse pertenecientes a este grupo, pero, para encontrarlos tuve que abrirme paso en un mundo de mediocridad. Joder, cuántos grupos indie hay. Y qué malos son algunos. Y qué éxito tienen. Entre los gafapastas claro, que ven una profundidad filosófica, una narrativa, unas melodías y unas cosas que me llevan a pensar que sus gafas son mágicas. Supongo que está de moda aparentar tener gustos diferentes, aunque realmente no te guste. Podría mencionar a The XX, que tienen capacidad inaudita para provocarme bostezos con su voz languideciente. O podría hablar de los seiscientos mil grupos de música experimental, normalmente electrónica, que suenan igual (de mal) sin excepción y de los cuales soporto solo a ratos a Crystal Castles. Y bastante es.

Adoro la música, y en general, acepto casi cualquier género, pero mi tolerancia a la mediocridad es baja, en parte porque yo me crié con los Beatles y, me temo, que por mucho que el sector gafapasta les critique, son y serán, únicos, maravillosos y eternamente recordados. Y pienso en una época que no he vivido y cuya música conozco gracias a Internet y a mis padres, y miro al futuro, y entre Nicki Minajs, Paramores, y Taylor Swifts espero, sinceramente, que haya muchos Rodríguez ocultos por ahi, dando todo por la música y preparados para sacar a la luz su maravilloso talento porque los vamos a necesitar.




Un saludo.

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